Por qué repetimos patrones de pareja (y cómo empezar a cambiarlos)
¿Te ha pasado que, después de una ruptura o incluso dentro de una relación estable, reconoces un mismo patrón: la misma discusión, la misma sensación de abandono, o esa vocecita que te hace elegir siempre parejas que no te convienen? No eres rara/o ni estás “mal hecha/o”: repetir patrones de pareja es lo humano. Lo que sí puedes aprender es a entender por qué ocurre y a dar los primeros pasos para cambiarlo.
Desde niños aprendemos cómo funcionan las relaciones en casa: quién se enfada, cómo se pide consuelo, qué se espera de nosotros. Eso se queda grabado en el cuerpo y en la mente como “así es cómo funcionan las cosas”. Cuando nos enfrentamos a incertidumbre en el amor, el cerebro busca lo conocido porque es predecible, aunque lo conocido nos haga daño. Repetir patrones es una estrategia evolutiva (seguridad por que es conocido a corto plazo) pero que puede generar malestar a largo plazo.
Cambiar patrones no es cuestión de fuerza de voluntad: es trabajo relacional y estratégico. Aquí tienes 3 pasos concretos y fáciles de llevar a la práctica que te pueden ayudar:
1) Observa sin juzgar (la base del cambio): Antes de cambiar algo, necesitas verlo con claridad. Hazlo con curiosidad, no con culpa y observa que te pasa y por qué.
Mini ejercicio: durante una semana, cuando algo en la relación active una reacción fuerte (celos, bloqueo, impulso de marcharte), anótalo en 3 apuntes:
¿Qué ha sucedido?
¿Qué sentí en el cuerpo?
¿Qué pensé de mí/ del otro en ese momento?
Al cabo de unos días verás patrones: lugares, frases, gestos que siempre encienden la misma reacción.
2) Nombra la parte que reacciona (una herramienta práctica de IFS): usar lenguaje interno ayuda a desactivar la reacción automática.
Prueba esto, en voz baja o en tu cabeza: “Ahí está la parte que tiene miedo a que me abandonen”. Acércate con curiosidad: ¿qué sensación trae? ¿qué edad parece tener? ¿qué cree que está protegiendo? No necesitas convencerla, solo escucharla. Muchas veces, cuando una parte se siente escuchada, su intensidad baja y deja espacio para elegir algo distinto.
3) Diseña pequeños experimentos relacionales: en vez de prometer “cambiar para siempre”, prueba acciones pequeñas y concretas que te den información.
Ejemplos:
Si tu patrón es evitar el conflicto: elige una cosa menor (un plan diferente) y comparte cómo te sientes; observa la reacción.
Si tu patrón es fusionarte: practica decir “necesito una tarde solo/a” y fíjate qué pasa.
Si necesitas confirmación constante: pide una sola aclaración específica en lugar de buscar múltiples pruebas.
Piensa en estos experimentos como tests de realidad que te enseñan si el miedo era proporcional a la situación o si era una reacción automática.
¿Y la terapia? ¿En qué ayuda realmente?
Si los patrones vienen de heridas tempranas, a menudo necesitamos más que buenos consejos: necesitamos un espacio seguro donde practicar nuevas formas de vincularnos. Modelos como la terapia focalizada en apego, IFS o EMDR pueden ayudar a:
Desactivar la carga emocional de recuerdos que nos empujan a repetir.
Negociar con las partes internas que sabotean nuestras decisiones.
Practicar nuevas relaciones en el aquí y ahora con apoyo profesional.
No siempre se trata de “arreglar” a la pareja; muchas veces es aprender a relacionarnos desde una parte más calmada y con límites claros.
Cambiar patrones es aprender a acompañar a tus partes heridas mientras prácticas nuevas elecciones. No es lineal, ni rápido, pero sí posible y transformador. La curiosidad y la compasión interna son tus mejores aliadas: si puedes mirar tus repeticiones con ternura y una pizca de humor (sí, también vale reírse de lo que siempre nos pasa), el terreno para el cambio se abre.

